viernes, 18 de mayo de 2012

A lo largo de una vida, prácticamente todas las personas cambiamos varias veces el modo de convivencia en el ámbito familiar y doméstico: por ejemplo, pasamos de vivir en una familia extensa a vivir en solitario, o de compartir piso con amistades a compartirlo con una pareja. Cuando se opta por tener criaturas, éstas crecen, se van de casa y su marcha cambia de nuevo el modo de convivencia, si es que no ha cambiado antes, etc. Es indudable que el tipo de familia establecido socialmente como tradicional no es, como no lo ha sido nunca, el único modelo existente.
Cuanto de nosotros nos sucede como estos ejemplos que son ejemplo de que tenemos  que ser independientes en nuestras desiciones y prudentes.:

María y Laura tienen doce años. Le comentan a su tutora que están un poco hartas de que todo el mundo les pregunte: “Qué, guapa, ¿tienes ya novio?” Ellas tienen claro que no quieren tener novio, al menos de momento y sueñan con que dentro de unos años se irán juntas a París y vivirán en una tienda de campaña al lado de la Torre Eiffel.

Juan vive con su madre, que es soltera; se siente muy mal con una profesora que siempre está hablando de “los padres”, aunque sabe que ella pretende incluir en la misma palabra también a las madres.

Un niño de sexto llega siempre a clase despeinado, con alguna que otra legaña, e inclusalgunos días huele un poco mal. Su tutora le comenta: “¿Es qué tu madre no está por las mañanas? “No”, responde el chico, “está mi padre””.

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